miércoles 24 de abril de 2024
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Un estudio revela que los niveles de #plaguicidas en los afluentes del #Paraná superan lo recomendado

Entre 2010 y 2012, el Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIMA) recogió muestras del agua y los sedimentos en 22 lugares donde los afluentes vuelcan sus aguas al Paraná, desde Formosa y Chaco hasta la provincia de Buenos Aires.

Los niveles de plaguicidas detectados en las aguas de los afluentes del Río Paraná superan los niveles recomendados para la protección de la flora y fauna acuática, concluyó un estudio realizado por investigadores argentinos y publicado recientemente por una revista especializada.

“Nuestro objetivo era estudiar la existencia, concentración y destino de los plaguicidas en las aguas superficiales y sedimentos del fondo de los principales afluentes y principal curso de agua de la cuenca hídrica Paraná-Paraguay”, explicó a Télam el biólogo Damián Marino, integrante del Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIMA), quien realizó la investigación.

Con ese fin, en 2010 y 2012 se tomaron muestras del agua y los sedimentos en 22 lugares donde los afluentes vuelcan sus aguas al Paraná, desde Formosa y Chaco hasta la provincia de Buenos Aires.

Los relevamientos, cuyas conclusiones fueron publicadas en la revista “Enviromental Monitoring and Assessment”, arrojaron que se detectaron entre 0,004 y 6,62 microgramos de plaguicidas por litro de agua y entre 0,16 y 221,3 microgramos de plaguicidas por kilo de los sedimentos.

“En referencia al agua, encontramos niveles superiores a los niveles guías que recomiendan documentos internacionales y a los de la Subsecretarí­a de Recursos Hí­dricos de la Nación”, describió Marino.

“Endosulfán, clorpirifos y cipermetrina fueron compuestos ubicuos en ambos compartimentos ambientales (agua y sedimentos) y cuantitativamente los más relevantes”, señaló.

Esta investigación es la segunda parte de un relevamiento que el mismo grupo de CIMA había realizado buscando la presencia de glifosato y su metabolito en esos cursos de agua.

“Lo que encontramos es que mientras la concentración de glifosato aumentaba desde la cuenca de Santa Fe hacia la desembocadura, en el caso de los plaguicidas no hay un patrón especial, sino que están por todos lados”, describió.

Entre las causas de esa distribución generalizada aunque variable (es decir, no en todos lados está la misma concentración), el biólogo ensayó algunas hipótesis pero aclaró que “se trata de factores multicausales”.

“Por un lado, puede ser que el Pilcomayo o Bermejo, que aportan más del 50% de la carga sedimentaria del Paraná, tengan en la parte de arriba una influencia del uso de agrotóxicos de los países vecinos (Brasil y Paraguay); pero también puede ser porque el glifosato sea más estable (es decir, que dure más tiempo) en los sedimentos que van desde la cuenca media por las condiciones del clima”, indicó.

Consultado sobre los efectos que puede provocar que las concentraciones encontradas sean mayores a las recomendadas, Marino señaló que “si esos valores tuvieran un efecto agudo no tendríamos ni peces ni vegetales, los sistemas naturales generan un efecto protector del ambiente que condiciona la biodisponibilidad de los tóxicos, por ejemplo, la materia orgánica disuelta puede capturar los tóxicos”.

“No obstante -concluyó- eso no quiere decir que no pasa nada; lo que está sucediendo es que la flora y la fauna tienen una exposición crónica a esos tóxicos, lo que puede producir alteraciones en el desarrollo, crecimiento y, en definitiva, en la biodiversidad del medio”.

Según el documento, “la utilización de pesticidas en la región se incrementó un 900% en las dos últimas décadas, de la mano de la adopción de paquetes de cultivos biotecnológicos”.

Por Telam 

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